El turismo sostenible, las necesidades de los actores turísticos y el Turistólogo
Una pregunta que me suelo hacer
en muchas ocasiones, y que ya he intentado responder en mis libros o en mis
publicaciones, es sobre las dos dudas que se le plantean al tursitólogo en el
momento del diseño de un servicio: ¿En qué debe pensar primero, en el
usuario turístico que está en el mercado o en el potencial real de los
servicios que se ofrecen y ejecutan en el destino? Otra pregunta
interesante en el que debería reflexionar es: ¿El Turistólogo debe
crear la necesidad o debe satisfacer la necesidad? Hoy me gustaría
reflexionar sobre las necesidades turísticas que intervienen en la satisfacción
del usuario turístico y sus repercusiones en el destino. El turistólogo seguro
que utilizará sus respuestas a estas preguntas para decidir las estrategias a
seguir y que marcarán la durabilidad en el tiempo, del destino o empresa
turística, dentro del mercado turístico escogido.
El ser humano se suele desplazar,
de un lugar a otro, por necesidad y si hablamos del Turismo este desplazamiento
se realiza, principalmente, por la necesidad de conocimiento y de ocio. La
satisfacción de esta necesidad suele estar sujetas a ciertas preferencias de
consumo turístico: paisaje, cultura, instalaciones especializadas, situación
económica. Todas ellas están relacionadas con el entorno que ofrece el destino
y las diferentes posibilidades de satisfacerlas. Estas preferencias pueden
cambiar según las circunstancias en que se encuentre el usuario turístico. A si
pues, puede influenciar su decisión, el estado de ánimo, la compañía en la que
realiza el consumo turístico, la época del año en que realiza el consumo
turístico, la situación laboral o privada en que se encuentra. Todo ello motivará
el DÓNDE va a realizar el consumo y provocará una visión de conjunto del destino
deseado (Playa, montaña, historia, costumbres, religión, naturaleza, negocios,
ocio, deporte, salud, etc.).
A partir de este momento empieza
la búsqueda del COMO va a satisfacer sus necesidades. Su visión se focaliza en
zonas de interés, como pueden ser localizaciones o servicios turísticos
ofrecidos, que ayudarán a consumir el DÓNDE satisfaciendo sus necesidades de conocimiento
u ocio. La conservación del destino o la
ejecución de los servicios ofrecidos le harán decidir en qué playa, qué montaña,
qué bosque, qué monumento, qué museo, qué costumbres, qué gastronomía, qué parques
de atracciones, qué sala de congresos, qué teatros, qué competición, qué balnearios,
etc. va a satisfacer estas necesidades.
Convertir un atractivo turístico
que provoque el desplazamiento del usuario turístico es difícil, pero cuando se
consigue se debe cuidar para asegurar su durabilidad en el tiempo. La imagen
dada por el destino ayudará a decidir el DÓNDE y las ejecuciones de los
servicios ofrecidos dentro del destino y la conservación de los lugares de
interés decidirá el COMO.
Turismo Sostenible y las
necesidades turísticas
Hemos de partir de que el Turismo
Sostenible lo componen por una parte el Medio Ambiente del destino; por otra
parte, lo sociocultural del destino; y finalmente la parte económica del
destino. Recordemos que la parte
económica del turismo no existiría sin el atractivo turístico, y el atractivo
turístico sí que puede existir sin la parte económica.
-
Medio ambiente - Paisaje
Y están en lo cierto, solo faltaría. Pero en el caso de
que el paisaje o el entorno privado se haya convertido en un atractivo
turístico que beneficia al destino en general (Habitantes, hoteles,
restaurante, tiendas, etc.), la gestora del destino o la administración local
debe asegurar que la explotación que se lleva a cabo sea sostenible y que la relación
propietaria/administración/habitantes no se rompa. En estos casos podemos
encontrar, dentro del paisaje o entorno, puntos de interés local que han llegado
a completar el atractivo turístico paisajístico, como son ermitas, castillos,
montañas emblemáticas, ríos, playas, etc. Llegar a un pacto de colaboración
publico/privado sería lo adecuado. Esto dependerá, siempre, de la legislación
vigente en cada país.
El atractivo turístico paisajístico es el más delicado, y su fragilidad no se tiene en cuenta hasta que no se echa en falta y su recuperación es muy difícil y costoso. El cambio climático está acelerando la transformación de muchos de los atractivos turísticos referentes al turismo de paisaje. La temperatura ambiente, el caudal del agua de algunos ríos, los pantanos, la temperatura del agua del mar y la supervivencia de sus peces, las aves, los bosques, los jardines, etc. están adaptándose o desapareciendo, cambiando la “foto turística” por la cual el destino era conocido. El turistólogo debe ser consciente que el atractivo paisajístico y el entorno que le envuelve provoca, al usuario, la estimulación de los cinco sentidos (vista, oído, olfato, tacto y gusto) y estos cinco sentidos son los que le provocan la satisfacción de su experiencia turística vivida. Si alguno de estos sentidos no está conforme con los sueños del visitante, el atractivo ira descendiendo en su nivel de expectativas y el destino necesitará, si se detecta esta falta de interés, un urgente cambio en la estrategia del destino sobre el atractivo turístico, perjudicando todo el trabajo realizado hasta el momento por las empresas turísticas que ofrecen y ejecutan sus servicios.
Durante la pandemia del Coronavirus (Covid-19)(2019-2021)
y tras les restricciones de movilidad, los habitantes de las ciudades y pueblos
redescubrieron la naturaleza, volcándose en masa al consumo de aire libre y
puro, buscando, en sus vacaciones, evitar la masificación. Esto provoco que
varios paisajes delicados y zonas protegidas, restringieran su entrada al
superar su capacidad de carga y poner en peligro la zona. Esto provoco que algunos
pequeños destinos implantaran el “Desmarketing” o la publicidad
disuasiva y desmotivadora para evitar la masificación de ciertos destinos
turísticos frágiles. El desmarketing
intenta disuadir a los potenciales viajeros a que vayan al destino mediante
mensajes negativos o elementos desmotivadores como dificultad de aparcamiento,
de transporte, malas comunicaciones, tasas, etc.
La gran
afluencia de usuarios turísticos, que no están acostumbrados a moverse por
entornos naturales frágiles y zonas protegidas, hace necesario que el gestor de
cada destino implemente medidas para el buen uso y conservación del atractivo
paisajístico o del entorno que ha llamado la atención de los usuarios
turísticos. En algunos casos el incivismo es difícil de controlar debida a las
propias características del atractivo turístico, pero esto no quiere decir que
se deba descuidar, sino todo lo contrario, mantener y conservar es parte de
la sostenibilidad del destino turístico.
Por otro lado, podemos encontrarnos con un “desmarketing involuntario” que se pueda dar cuando un destino turístico oferta servicio o productos concretos que después no están a la altura de las expectativas y necesidades de los usuarios que lo quieren disfrutar. Esto hace que dichos usuarios no regresen o incluso hablen mal del destino, provocando una contra publicidad.
Hemos hablado de
la heterogeneidad de los usuarios turísticos y de las diferentes necesidades
turísticas y modos de satisfacerlas y que en muchas ocasiones choca con la
manera de entender y utilizar el atractivo turístico por parte de los
habitantes del destino. El turistólogo debe conocer el choque cultural que
puede producirse cuando, algo que ha pertenecido a la cultura autóctona de los
habitantes del destino ha de ser compartido con los usuarios turísticos que,
quizás, no comprendan la importancia que tiene aquel atractivo turístico para
los habitantes autóctonos.
Uno de los objetivos del turistólogo ha de ser la de asegurar la convivencia entre los usuarios turístico y los habitantes del destino.
-
Socio -Cultural
Aunque hemos dicho que el paisaje
es unos de los principales atractivos turísticos del destino, la cultura,
compuesta por la historia y las costumbres locales, están muy relacionadas con
el paisaje que ha llegado a nuestros días. Esto es debido a las decisiones, al
comportamiento y a las costumbres de los antepasados del destino que decidieron
instalarse en el lugar dándonos la oportunidad de disfrutar de su legado. Lo
mismo sucederá con el paisaje, historia y costumbres locales que nosotros
dejemos a nuestros descendientes y futuros habitantes de los diferentes
destinos.
La cultura, sobre todo la cultura
local, es un conocimiento que se debe proteger y ser trasmitido de generación
en generación a través de sus gestores, conservadores y posibles divulgadores. Los
gestores de los atractivos turísticos culturales tienen la responsabilidad de
mantener vivo el legado que se ha recibido y que ha provocado el interés del
usuario turístico. Según la atención que tengan dichos gestores, harán que el
atractivo turístico cultural capte o no el interés de los usuarios. El igual
que el paisaje podemos encontrar que la propiedad no sea de orden público sino
privado. Como hemos comentado con el paisaje, es muy importante la relación
existente entre propiedad y administración para que el interés continue en el
tiempo gracias a su conservación.
Cuando la gestión está en manos de personas físicas o empresas, que dentro de sus posibilidades intentan mantener y conservar el patrimonio, en este caso privado. Aunque su interés puede ser parte de la cultura local esto no significa que pueda ser visitado o usado por los visitantes sin permiso de la propiedad. Las actuaciones sobre el patrimonio cultural privado se corresponden al grado de interés que tenga, el particular, sobre el atractivo cultural. Las actuaciones o inversiones o son extremas, o son muy rápidas o son casi nulas. En algunas ocasiones la administración ha tenido que actuar para no perder el patrimonio con un convenio de colaboración público-privado.
El convenio de colaboración públicos-privados
es la gestión mixta del patrimonio particular. Puede suceder que el interés
cultural local del atractivo en cuestión y su explotación como atractivo
turístico privado beneficie a todo el destino, para ello se realiza un convenio
de colaboración entre la administración y el propietario para su utilización
como atractivo turístico local y asegurar el acceso y conservación del
atractivo.
El atractivo turístico cultural atrae a multitud de usuarios turísticos necesitados de adquirir conocimiento. La experiencia turística en el atractivo turístico cultural está fundamentada en la vivencia de recuerdos pasados que nos pueden trasladar a otras épocas o lugares.
El viaje a un atractivo turístico
cultural es todo aquel desplazamiento cuyo objetivo principal es adquirir
conocimiento y respeto hacia un hecho relacionado con la cultura del lugar que
se visita, normalmente intangible. La preparación del destino especializado en
mostrar su historia y sus costumbres ha de estar diseñado pensando en el buen
mantenimiento de las zonas a visitar, pero también en una información verídica
subministrada a los usuarios turísticos.
La veracidad y autenticidad de
los lugares aseguran la subsistencia de la historia y costumbres del destino. El
entorno y la información subministrada debe ser capaz de transportar al
visitante a los escenarios que se describen. Lo peor que puede suceder a un
destino es que un “viajero” describa su visita a unas ruinas romanas como un
montón de piedras, sin comentar nada de las vivencias de estas piedras. El
mensaje, en este tipo de atractivos turísticos, ha de envolver al usuario
turístico, transportándolo a dentro de la historia del mensaje.
Así como el atractivo
paisajístico es frágil, el atractivo cultural también los es, por ello, el
usuario turístico, debe ser informado del significado del atractivo cultural
que va a visitar y como de usarlo y disfrutarlo (comportamiento, vestimenta,
fotos, música, comida, bebida, etc.)
El atractivo cultural, junto con
el atractivo paisajístico, son las motivaciones del viaje, convirtiéndose en
los actores principales del destino, ya que, sin ellos, quizás no hubieran sido
descubiertos por los antiguos viajeros-aventureros que atribuyeron sentido
turístico a estos lugares.
-
Económico - Instalaciones especializadas
En
la mayoría de los casos, las instalaciones especializadas, surgen como servicio
de un atractivo paisajístico o histórico, por lo que suelen ser, en su mayoría,
de gestión privada. Su aceptación, dentro del destino, por parte del usuario
turístico, las convierte en un atractivo pudiendo tener tanta importancia o más
que su primer atractivo, que fue el paisajístico o cultural. Estas nuevas
instalaciones, alguna ocasión, provoca discrepancias entre los habitantes locales
y el usuario turístico. Tenemos, por ejemplo, las zonas vacacionales de costa,
donde los servicios de ocio han igualado o han superado el protagonismo a las
playas o bosques, convirtiéndose en el principal atractivo de algunos destinos
vacacionales, no sin las quejas de los habitantes locales.
Las
instalaciones especializadas pueden llegar a crear un nuevo destino autónomo y
completamente a parte de un paisaje o cultura. Es el caso de los parques de
atracciones, donde éstos son construidos como servicios complementarios de un
destino, pero debido a su éxito y a los servicios complementarios que
construyen en su interior (hoteles, restaurantes, tiendas, etc.) terminan siendo
el atractivo principal, incluso desplazando el nombre del destino que los
acogió. Ejemplos como los parques de Dissney World o Port Aventura Word donde
los viajes no se realizan al destino que los acogió sino directamente al parque
como destino.
Sea cual sea el objetivo final del servicio económico implantado en el destino, debe tener como resultado final la satisfacción del usuario turístico en relación con el atractivo turístico del destino. Es difícil para la administración del destino buscar un objetivo único para todas las empresas que operan y dan servicio turístico dentro del destino. Sus intereses y maneras de actuar no suelen ser los mismos, pudiendo beneficiar o perjudicar al colectivo de empresas turísticas y al atractivo turístico del destino,
El
atractivo turístico no lo selecciona una persona, sino que surge por su uso y
disfrute, primero de los habitantes locales que lo convierten en una atractivo
autóctono, original y único; más tarde de los usuarios turísticos que lo
convierten en atractivo turístico. Tras convertirse en atractivos turísticos,
éstos deben ser aceptados y utilizados no sólo por los usuarios turísticos del
destino sino también por todos los actores del destino, para que sea
verdaderamente un auténtico atractivo turístico local. Por ello el tursitólogo
debe fomentar la buena relación entre el atractivo turístico y los demás
actores que forman parte de la constelación del Fenómeno Turístico del destino.